Estados Unidos e Irán definirán en su último enfrentamiento su futuro en Qatar 2022 en un partido este martes. Por si esto no bastará, el juego también tiene un importante trasfondo político. Las décadas de enemistad entre ambos gobiernos, que rompieron sus relaciones diplomáticas tras la Revolución Islámica en Irán de 1979, serán el telón de fondo de un choque de alta tensión deportiva en el estadio Al Thumama de Doha.
Los lazos se tensaron más cuando el entonces presidente Donald Trump sacó a Estados Unidos de un acuerdo nuclear con Irán en 2018. Las negociaciones para relanzar el acuerdo entre la república islámica y las potencias europeas —Alemania, Francia y Reino Unido— actualmente están en un punto muerto. Estados Unidos mató a Qasem Solemaini, un general iraní de alto rango, en enero de 2020 y Teherán respondió con ataques de misiles a las fuerzas estadounidenses con base en Irak. A Estados Unidos, tercera del Grupo B con 2 puntos, solo le sirve la victoria para avanzar a los octavos en su regreso a una Copa del Mundo tras la dolorosa ausencia de Rusia-2018. A Irán, segunda con 3, le podría bastar con un empate, dependiendo del resultado del otro partido entre Inglaterra y Gales. Los entrenadores de ambas selecciones evitaron referirse a las gélidas relaciones bilaterales, diciendo que estaban centrados en el torneo y en su capacidad para unir a la gente. “Preveo que el partido será muy disputado por el hecho de que ambos equipos quieren pasar a la siguiente ronda, no por la política o por las relaciones entre nuestros países”, dijo el entrenador de Estados Unidos, Gregg Berhalter. “Lo que tiene el fútbol es que conoces a tanta gente diferente de todo el mundo, y te une el amor común por este deporte. Somos futbolistas y vamos a competir y ellos van a competir y ya está”.
La agencia también dijo que la federación estadounidense había “eliminando el símbolo de Alá” de la bandera iraní diseñada en 1980, tras la llegada al poder de los Ayatolás. La bandera tiene cuatro curvas con una espada entre ellas para representar el dicho islámico: “No hay más dios que Alá”. La bandera es un punto de conflicto para los aficionados iraníes en Qatar. Los opositores al régimen islámico ondean la bandera del león y el sol, usada en el gobierno del sha Mohammad Reza Pahleví, antes del triunfo de la revolución de 1979. El equipo Melli se negó a cantar el himno nacional de Irán en su primer partido contra Inglaterra, en una aparente muestra de solidaridad con los manifestantes. El viernes cantaron en voz baja en el estadio Ahmad bin Ali, donde se escucharon abucheos de sus hinchas. Irán y Estados Unidos ya vivieron un recordado duelo mundialista en Francia 98, con una memorable victoria de los iraníes por 2-1 en el Stade Gerland de Lyon. El juego estuvo también rodeado de tensiones externas. Las autoridades de Irán, designado como equipo visitante, rechazaron el protocolo de la FIFA que dictaba a sus jugadores caminar hacia sus rivales para saludarles antes del pitido inicial. Los futbolistas iraníes, no obstante, sorprendieron a todos al regalar a los estadounidenses ramos de rosas blancas como símbolo de la paz y posaron junto a ellos para una fotografía conjunta.
El seleccionador de Irán, Jalal Talebi, y el veterano defensa Mohammad Khakpour reconocerían después la fuerte carga emocional que tuvo para ellos el juego, visto en algunos sectores como una batalla contra los representantes del “Gran Satán”. “Imaginen que te digan durante seis meses, repetidamente, que este partido es el más importante de nuestra historia, lo que realmente fue”, dijo Talebi en una entrevista de 2018. Khakpour agregó: “Yo personalmente fui contactado por personas que habían perdido hijos en la guerra entre Irán e Irak. Padres, madres, me llamaron y me dijeron: ‘Este partido nos importa de verdad. Tienes que ir y ganar este partido por nosotros”. El seleccionador de Estados Unidos en 1998, Steve Sampson, ha lamentado desde entonces no haber utilizado las tensiones políticas entre ambos países como motivación. “La FIFA, US Soccer y el comité organizador de Francia nos pidieron que hiciéramos que se tratara de fútbol, y no de política. Y yo lo acepté”, declaró Sampson a la revista Time . “En retrospectiva, yo lo habría hecho sobre política. El trabajo de un entrenador es utilizar todas y cada una de las herramientas disponibles para preparar a su equipo”, afirmó. Con información de AFP y Reuters
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